Embarazada me acosté con el novio de mi hija parte 2

Embarazada me acosté con el novio de mi hija parte 2

Me desperté con la cabeza totalmente cambiada. Después de lo que había pasado el día anterior decidí que ya no podía hacer nada para evitar que mi hija me usara como regalo de cumpleaños de su novio, y llegué a la conclusión de que si eso iba a suceder entonces al menos iba a disfrutarlo. Me había dormido desnuda después de masturbarme la noche anterior y el plug anal que Gigi me había dado había quedado sobre la mesita de luz, lo llevé al baño, lo lavé bien, lo lubriqué y me lo metí de nuevo en el culo. Esta vez ni siquiera me hizo falta ponerme en cuclillas porque entró muy fácil. Fui al vestidor y mientras decidía lo que me iba a poner vi el vestido strapless que había usado ya hacía más de dos meses cuando le había mostrado las tetas a Lucas por primera vez. Me lo probé. Si entonces ya me marcaba exageradamente los pechos y la panza, ahora parecía que la tela iba a rasgarse en cualquier momento, y mi escote era tan largo que hasta se podía estacionar una bicicleta. Bajé a la cocina y los chicos todavía dormían, me preparé el desayuno y me senté a la mesa. Me había acostumbrado tanto al plug que casi ni lo sentía, hasta el punto de que cuando fui al baño un rato después casi olvido sacármelo. Gigi y Lucas bajaron bastante tarde, casi a la hora del almuerzo, y los dos pusieron la misma cara de asombro al verme vestida así. Mientras Lucas hablaba por teléfono con su mamá en el comedor Gigi me tomó por sorpresa y me levantó la parte de atrás del vestido para comprobar que tenía el plug puesto. Después de ordenar y limpiar un poco la casa almorzamos los tres juntos y nos quedamos conversando en la sobremesa.

-Ma, ¿De dónde sacaste ese vestido?

-Lo tenía guardado, nunca lo uso, ¿Te gusta?

-Bueno, je, no sé cómo decirlo, te ves súper puta – Si la cosa hubiera sido entre nosotras no me hubiera sonrojado, pero mi hija me había dicho puta delante de su novio, y mi reflejo fue mirarlo a él para ver su reacción.

-Amor, no seas bruta, ¿Cómo le vas a decir eso a tu mamá?

-Bueno, es la verdad. Además, me acabo de dar cuenta que tiene todas las tetas mojadas…

-¿En serio? – Me miré el pecho. Era cierto. La excitación permanente de tener el plug puesto y la presión del elástico del vestido me habían hecho sacar tanta leche que tenía dos aureolas de humedad del tamaño de un plato alrededor de los pezones – Que vergüenza, ahora vengo, me voy a cambiar y a poner unos discos de algodón.

-No mamá, esperá. No puedo creer que ya tenés leche. ¿Sale mucha? – Antes de que pudiera levantarme, Gigi rodeó la mesa y se paró junto a mí.

-Bueno, leche leche todavía no es, es como un líquido transparente que…

-WOW, ¿Puedo verlo?, por favor.

-¡No!

-Dale ma, porfa, ¿Qué tiene de malo? ¿Te pensás que no sé que Lucas ya te vio las tetas varias veces? – El tono de mi hija había pasado una vez más de inocente a desafiante, era la primera vez que hablaba del tema tanto delante mío como de Lucas.

-Hija, por favor… - No sabía muy bien que decir ni que hacer, y desde el otro lado de la mesa Lucas nos miraba a las dos sin intervenir, como un plateista que ve un partido de fútbol desde la primera fila.

-No seas tímida… - Gigi se puso atrás mío y me agarró el elástico del vestido por los costados tirando hacia abajo. La tela se deslizó hasta finalmente dejar mis tetas libres sobre la mesa. Tenía los pezones mojados y de cada de uno de ellos asomaba una gotita.

-¡Gigi no! – Me cubrí con los brazos pero ya era demasiado tarde, tanto ella como Lucas habían tenido tiempo de pasear la mirada por mis pechos desnudos y humedecidos.

-Mamá, tenés los pezones gigantes, es increíble. Los míos no tienen ni la mitad del tamaño...

-Bueno es normal, el embarazo los agranda - Yo seguía cubriéndome con los brazos avergonzada por la situación.

-Hablando de pezones, creo que ya es momento de que te confiese algo… - Mi hija se paró en la cabecera de la mesa, se sacó la remera y puso las manos en su espalda para desabrocharse el sostén.

-¿Qué hacés, estás loca?

-No, ya vas a ver, es que tengo que mostrarte lo que me hice en el verano – Dejó caer el sostén y quedó en tetas también, me hubiera llamado la atención el tamaño y la redondez perfecta de sus pechos de no ser por el brillo metálico que me hizo darme cuenta de que mi hija se había perforado los pezones.

-¡Dios mío!, ¿Qué te hiciste? - Tenía las aureolas pequeñas pero cada pezón estaba estirado y atravesado por un piercing que consistía en un semicírculo que en los extremos tenía un cono puntiagudo que apuntaba hacia afuera, una especie de tacha. Se veía muy intimidante.

-¿Te gustan? A Lucas lo vuelven loco, ¿No amor? – Con el asombro por lo que se había hecho mi hija olvidé el pudor y bajé los brazos. Tanto mis tetas como las de Gigi apuntaban directamente a la cara de Lucas, que sin éxito intentaba disimular su sonrisa de niño en parque de diversiones.

-S-si… Claro.

-Bueno ma, me parece que con Luqui vamos a subir a dormir una siestita.

Dicho eso Gigi tomó a su novio por un brazo y se lo llevó por las escaleras a su habitación. Ni ella volvió a cubrirse los pechos, ni él tuvo el más mínimo gesto para, al levantarse, ocultar la erección que había convertido su pantalón de jogging en una carpa de circo. Yo me había quedado sin reacción y recién cuando escuche la puerta de Gigi cerrarse me tapé como pude y levanté las cosas de la mesa. Supuse que la escena los había dejado bastante excitados, porque no volvieron a salir hasta la hora de la cena. Yo me había puesto un vestido bastante menos revelador y, como ya era costumbre, no se dijo una sola palabra sobre lo que había pasado al mediodía. Pero más tarde, cuando ya me había bañado, me había sacado el plug, me había puesto el camisón y estaba a punto de dormirme, llamaron a la puerta de mi habitación. Era Lucas, estaba en calzoncillos y esta vez venía solo.

-Lucas… ¿Todo bien?

-Sisi… perdón… Gigi me echó…

-¿Cómo que te echó?, ¿Se pelearon?

-Pelearnos no nos peleamos. Lo que pasa es que… se enojó y me dijo que venga a dormir con vos, que mañana se le va a pasar.

-¿Eso te dijo?

-Sí, pero no importa, puedo dormir en el sillón abajo.

-No. Pasá y cerrá la puerta. ¿Puedo saber por qué se enojó?

-Después de lo de hoy al mediodía se quedó pensando, y hace un rato me preguntó si… Si tus pechos me gustan más que los de ella – Me senté en la cama y Lucas se sentó a mi lado.

-¿Y vos que le dijiste?

-Le dije que los de ella son hermosos pero que no puedo mentir, los tuyos son los mejores que vi en mi vida.

-Ay Luqui… - Su tono era tan tierno que no parecía que estuviéramos hablando de mis tetas y de las tetas de mi hija – Con las mujeres tenés que ser un poco más inteligente, más diplomático, a nosotras nos gusta que siempre nos digan que somos las mejores. ¿Qué perdías con decirle que las de ella te gustan más?

-No sé, supongo que quise ser sincero, pero se lo tomó mal, me empujó afuera de la habitación y me dijo que si prefería las tuyas que entonces viniera a dormir con vos.

-Que tontería. Vamos a hacer una cosa, dale un ratito para que se le pase el enojo y andá a decirle que para vos ella es la más linda del mundo, decile lo que quiere escuchar, y vas a ver que te va a perdonar, yo la conozco – Además de conocerla, sabía que Gigi tampoco se había enojado en serio con él, y que otra vez me mandaba a su novio para seguir jugando al mismo jueguito de siempre. Pero esta vez las reglas estaban claras y yo ya no iba a dejar de jugar.

-Está bien, voy a hacer eso.

-Así me gusta. Pero antes de ir, quiero que me digas una cosa. ¿Por qué te gustan tanto? – Mientras decía eso, me saqué el camisón por encima de la cabeza, me paré al lado de la cama y me puse frente a él con mis tetas apenas a unos centímetros de su cara.

-Uff. Así me va a ser muy difícil responder.

-Intentá y quizás tengas un premio.

-Bueno… me gustan por la forma, son muy redondas, muy grandes, con pezones perfectos…

-Mhhh seguí, vas bien – Mientras lo escuchaba me acariciaba a mí misma con las dos manos y me pellizcaba rozando sus labios con la punta de mis pezones – Ahora contame como se sienten.

-Se sienten suaves, mullidas, me encanta que siempre estén tibias y…

-¿Ahora están tibias? - Me arrodillé y apoyé las tetas en su entrepierna por encima del calzoncillo, que ahora estaba completamente inflado por una erección. Entre los dos corrimos la tela y liberamos a su verga del encierro.

-Si seguís haciendo esto me voy a volver loco.

-Yo ya me volví loca hace rato, y ahora creo que me estoy volviendo adicta a tu pija.

Era cierto, apenas había pasado diez días sin verla y estaba ansiosa por tocarla, sentirla. Me invadió una placentera sensación de poder en el momento en que la agarré por la base y la recorrí lentamente con las palmas de las manos, palpé la suavidad de su escroto, observé en detalle como los tonos anaranjados de la piel de la base se iban volviendo rojizos más cerca del glande. Me detuve con mis dedos en el agujero de la uretra y me di cuenta de que también era enorme, lo rellené con la lengua y sentí el sabor salado de las gotitas que poco a poco iba soltando. Jugué a deslizar mis labios mojados por el relieve desmesurado de las venas que recorrían todo el pene aleatoriamente, y disfruté cada milímetro porque no sabía cuándo volvería a tenerlo así, todo para mí. Perdí la cuenta del tiempo que pasé lamiéndolo, besándolo, chupándolo y masturbándolo con las tetas, hasta que, finalmente, cuando Lucas estaba a punto de acabar, me decidí a probar algo a lo que jamás me había atrevido. Me acosté en la cama boca arriba y dejé mi cabeza colgando hacia afuera, le pedí que se pusiera de pie y, con mis brazos hacia atrás, lo fui dirigiendo hasta que volvió a metérmela en la boca. Entonces respiré hondo por la nariz, relajé los músculos de la garganta y lo acerqué hasta que la cabeza de su pija llegó a mi faringe. Ya no podía respirar ni por la nariz y sentía como todo su grosor me asfixiaba, deslicé una mano por mi cuello y pude sentir un bulto que se movía. Estaba poniéndome roja y me lloraban los ojos, pero cada segundo valía la pena solo por escuchar los gemidos de placer de Lucas, que se había inclinado hacia adelante y ahora acariciaba en círculos mi barriga mientras intentaba hacerme tragar su pija un poco más profundo. Su orgasmo llegó cuando ya estaba a punto de ahogarme, y prácticamente no sentí la descarga: estaba tan adentro que casi todo el semen fue a parar directamente a mi estómago, pero cuando la sacó y pude respirar tuve un ataque de tos tan grande que el pobre se asustó y fue corriendo al baño a traerme un vaso de agua. Después de eso nos dimos las buenas noches y volvió a la habitación de Gigi.

11 de Junio de 2020

Me desperté asustada por un ruido y vi que Gigi estaba sentada a los pies de mi cama, había entrado sin pedir permiso y no sabía desde hacía cuanto tiempo me estaba mirando dormir.

-Hola mami, buen día.

-Hija, que susto me diste, ¿Qué hacés acá?

-Nada… Quería hablar con vos ni bien te despertabas, así que te estaba esperando.

-Al menos podías haber golpeado la puerta, ¿No?

-Bueno ma, no te enojes. ¿Te gustó el regalito que te mande ayer?

-¿Regalito?, ¿Qué me mandaste?

-Jeje, si no recuerdo mal mi novio te vino a visitar y se quedó un rato con vos…

-Gigi, me parece que… - Ya no sabía ni lo que decía, mi hija me tenía atrapada por todos los rincones.

-Shh, no digas nada, no fue por eso que vine. Vine porque faltan cuatro días para el cumple de Lucas, y a este paso no vamos a llegar a prepararte…

-¿A prepararme?

-Para que estés lista para él – Dijo eso y se mordió los labios llevando ambos puños hacia atrás y hacia adelante como en señal de tener sexo.

-¿En serio vamos a seguir con esta tontería?

-No es una tontería. Vos el lunes vas a tener que cumplir con lo que me prometiste. Y yo te estoy ayudando para que puedas hacerlo. Si la preparación te parece una tontería podemos dejarla, pero cuando Lucas te rompa el culo y no puedas caminar por una semana no quiero escucharte llorar – Me quedé en silencio y bajé la cabeza, del bolsillo de su pantalón mi hija sacó el plug anal mediano del juego que había comprado – Bueno ahora quiero que te pruebes este, el otro me parece que ya te queda un poco chico porque ayer te vi bastante cómoda. ¿Lo estuviste usando, no?

-Si…

-Mejor así, igualmente te repito que si no lo usas la que se va a perjudicar sos vos. Ahora ponetelo por debajo de las sabanas, yo no miro.

Estiró el brazo para darme el plug y se quedó sentada a los pies de la cama dándome la espalda, yo me sentía totalmente humillada, y mientras separaba las piernas pensaba que a esa altura que ella mirara o no mirara ya no cambiaba nada. Me pregunté qué era lo que tenía planeado para el lunes, ¿Iba a dejarme en la casa a solas con Lucas para que le cumpliera su fantasía?, ¿O otra vez lo mandaría por la noche a mi habitación y me escucharía gritar desde la suya? Estuve a punto de preguntarle pero preferí no saber. Lubriqué la punta del plug y me lo metí despacio en el culo mientras Gigi escuchaba mis quejidos. Esta vez el tamaño era un poco más grande y me costó recibirlo, aunque una vez que entró me dió la sensación de que mi ano lo asimiló bastante bien.

Pasé toda la mañana con un gesto de incomodidad en la cara, y me sentí aliviada cuando antes del mediodía Lucas se despidió para volver a su casa. Aunque yo seguía con el plug metido en el culo Gigi no volvió a hacer mención de eso en todo el día, y a eso de las tres de la tarde recibí un mensaje urgente de Sebas en mi celular, quería llamarme por video conferencia. Me conecté con mi computadora desde el comedor y mi hija se acercó con carita de inocente para saludar a mi marido, que jamás hubiera podido imaginar las cosas que ella me estaba obligando a hacer. Si Sebas hubiera sabido lo que yo tenía metido adentro mientras hablábamos y lo que iba a hacer en unos pocos días, probablemente se hubiera quedado para siempre en Madrid, y por eso mismo me avergoncé tanto cuando él, con toda la alegría del mundo, nos comunicó que ya tenía fecha de regreso. Todos festejamos y yo no sabía si prefería que Sebas llegara antes del lunes para salvarme de los planes de mi hija, o después para… bueno… terminar con lo que ya habíamos empezado. Finalmente Sebas nos confirmó que su vuelo llegaría a Buenos Aires el veintidós de junio, justo una semana después del cumpleaños de Lucas.

12 de Junio de 2020

Habían pasado más de veinticuatro horas desde que me había puesto por primera vez el plug mediano y solo me lo había vuelto a sacar por cinco minutos para ir al baño, ya que, por consejo de Gigi, ahora lo usaba también para dormir. Me lavé los dientes y me miré desnuda en el espejo del baño, tenía la panza enorme y la vagina hinchada, mis pezones oscuros soltaban cada tanto una gotita de líquido transparente, y no entendía si todo lo que le pasaba a mi cuerpo era producto de la cercanía del sexto mes del embarazo, o de la excitación por lo que pasaría el lunes. Probablemente eran las dos cosas.

14 de Junio de 2020 (veintiséis semanas de embarazo)

Gigi se había quedado en casa conmigo todos esos días y las cosas fluían normalmente, salvo por los dos o tres momentos al día en que me levantaba el vestido para controlar si tenía puesto el plug en el culo. Yo no había hecho trampa en ningún momento, y ya sentía que la bolita de acero era casi una parte de mi cuerpo, me había acostumbrado a mirarme de espaldas al espejo y ver el corazoncito rojo entre mis nalgas. A la tarde Gigi bajó al comedor y me dijo que tenía que hablar conmigo.

-Mami, quiero que nos pongamos de acuerdo en algunas cosas, ¿Está bien?

-¿Qué tipo de cosas?

-Mhh, varias cosas. Primero que nada, mañana es el cumple de Luqui. Ya quedamos que va a almorzar y va a pasar la tarde con su familia y después va a venir a casa para buscar su regalito… - Cuando dijo ‘regalito’ hizo un gesto con los párpados y inclinó la cabeza hacia mí.

-¿Entonces? – Tragué saliva.

-Bueno, vas a tener que estar preparada. Pero vos no te preocupes porque no vas a tener que hacer nada, yo me voy a ocupar de todo. Lo único que tenés que hacer es hacerme caso. ¿Está claro?

-S-Si… - Mi propia hija me hablaba como si fuera mi maestra, o algo peor, pero yo ya no estaba en condiciones de desafiarla ni de decir ninguna otra cosa.

-Muy bien, entonces lo primero que vas a hacer, si no querés pasarla mal mañana, es ponerte el último dilatador y dejártelo puesto hasta que yo te diga. Tomá – Me mostró el último plug del juego de tres, el más grande, y el pomo de lubricante.

-Hija… ¿Vos creés que va a ser necesario?, Quizás así ya podamos… - No me atreví a completar la oración.

-No seas cabeza dura ma. Mirá, este plug es igual de ancho que Lucas, así que si podés con este entonces podés con él, ¿No?

-Está bien, dame – Una vez más bajé la cabeza y estiré el brazo para agarrarlo con la intención de ir al baño para cambiarme el mediano por el grande.

-No. Te lo vas a poner acá. Quiero ver si te entra fácil – Gigi lubricó el plug, lo apoyó en la alfombra, se puso de pie al lado y me hizo un gesto hacia abajo con los dedos.

-Pero…

-Pero nada, ¿Qué acabamos de decir?, ¿Me vas a hacer caso o vas a empezar con los peros?, vamos, levántate el vestido y sacate el que tenés puesto.

Enganché la parte de abajo del vestido por encima de mi barriga, desde que habíamos empezado con el tema de la dilatación ya no usaba bombachas, y con un poco de esfuerzo me saqué el plug mediano que llevaba puesto. El otro, que brillaba lubricado sobre la alfombra, era demasiado grande, era cierto que era tan ancho como el pene de Lucas, y de no ser porque ya tenía el ano dilatado jamás hubiera podido metérmelo. Me puse en cuclillas y bajé hasta que sentí la humedad fría del lubricante, Gigi se acercó por mi espalda y me tomó por los hombros para ayudarme a controlar el descenso mientras el cono metálico me abría lentamente. Al principio entró bastante fácil porque estaba dilatada por el plug que acababa de sacarme, pero cuando llegué a la parte más ancha empecé a sentir como mi esfínter llegaba al máximo de resistencia. Grité para pedirle a mi hija que me levantara, pero ahora, en lugar de sostenerme ella me empujaba hacia abajo. En el momento en que pensé que iba a romperme llegué al punto más ancho y respiré aliviada cuando mis nalgas tocaron la alfombra y mi ano se cerró alrededor de la parte inferior del plug. Me lo había metido completo en el culo.

-Ya está mami, ¿Viste que no era tan trágico?, Vas a ver que mañana no te va a doler nada. A ver… parate.

-Uff… Ayudame, no puedo… – Me había relajado después de semejante esfuerzo y ni siquiera podía moverme. Estaba empezando a tomar consciencia del tamaño de lo que acababa de meterme.

-Vení, te voy a sentar en el sillón, que pesada estás – Gigi me dio las manos, tiró para levantarme y me sentó con mucho cuidado en el sillón - ¿Y?, ¿Cómo se siente?

-Como un parto, pero de afuera hacia adentro, y por el culo – Las dos nos reímos con ganas, yo ya había pasado un umbral en el que no tenía otro remedio que reírme de mi misma.

-Bueno ma, pensá que lo más difícil ya pasó, ahora quédate quietita mientras te acostumbras, ¿Querés que te traiga un té? – Después de conseguir lo que quería Gigi había vuelto a ser la hija cariñosa de siempre.

-Sí, dale. Creo que la beba está pateando.

Pasé el resto del día sentada en el sillón, Gigi se acercaba cada tanto para palparme la panza y ver si podía sentir algo, parecía como si se hubiera olvidado de todo ese jueguito de la dilatación anal, pero yo no lo podía olvidar: si tener un bebé de seis meses moviéndose en mi útero era poco, ahora tenía el recto completamente ocupado por una bola de acero que también parecía estar pateándome por dentro. Me fui a dormir sin cenar, nerviosa por lo que pasaría al día siguiente y también un poco intrigada por saber cuáles eran los planes de mi hija para llevar a cabo semejante locura.

 

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